Entrevista a Roser Romero. Secretaria de organización de COCEMFE

Según una encuesta de la UE, el 80% de la población  se ha sentido discriminada alguna vez en su vida. ¿Cómo valoras este dato?

En la sociedad en la que vivimos, desgraciadamente, la exclusión no solo sigue existiendo, sino que en algunos caso se ha intensificado más. También es verdad que se han producido avances y en estos momentos el concepto de la discapacidad es algo mas asumido para según qué parte de la población. Una persona en silla de ruedas no genera el rechazo de hace 20 años, pero una persona con enfermedad mental sigue siendo rechazada por la sociedad. Hay determinadas discapacidades que siguen estigmatizadas y estas personas difícilmente van a sentirse incluidas.

¿Por qué se discrimina? 

En general, la diferencia es la que marca la exclusión. Cualquier persona ha podido sentir en un momento de su vida algún tipo de rechazo por ser diferente; por llevar gafas u ortodoncia, por su aspecto físico, por ser más gorda o delgada, más alta o más baja, por su forma de ser o de pensar… Esto sucede sobre todo en etapas como la niñez o la juventud en las que no se tienen los elementos personales suficientes para poder afrontarlo. En el caso de la discapacidad la situación se prolonga mucho más en el tiempo y lo sentimos incluso cuando somos adultos. Muchas veces se trata de un problema cultural. Hay ejemplos muy curiosos que denotan la persistencia de determinadas conductas excluyentes en nuestro país. Una persona en silla de ruedas y una persona con bastones se sientan en una cafetería, y el camarero le pregunta a la persona con bastones: ¿qué va a tomar el de la silla de ruedas?. Las dos son personas con discapacidad, pero hay estereotipos que no se sabe bien porqué, la población todavía sigue manteniendo.

Desde luego es un problema cultural…

Es un problema cultural y es un problema de concienciación. Es decir, en este país y en otros muchos, se han hecho grandes campañas de concienciación dirigidas a una franja concreta de la población. Cuando hablamos de discapacidad, las campañas se han hecho mayoritariamente desde las propias organizaciones. Ha habido muy pocas campañas institucionales. Es decir, no sólo no tenemos la cultura, sino que no queremos tenerla.

No se trata entonces tanto de un problema legislativo…

No. España es uno de los países que tiene, a nivel europeo, una de las mejores legislaciones. Es una legislación rica, amplia, extensa, muy moderna, muy actualizada… Pero también es uno de los países donde más se incumple la legislación. Por lo tanto no es un tema legislativo, es un problema de voluntad política. Además hay un problema de fondo de origen socio-cultural que habría que analizar en profundidad. Habría que plantearse el por qué de esta conducta. Por qué la sociedad va relegando a determinados colectivos, y no sólo al de las personas con discapacidad, sin saber tan siquiera porqué lo hace.

¿Crees que la crisis puede traer consigo un retroceso en los derechos y garantías sociales del colectivo de personas con discapacidad?.

Nosotros la crisis la pagamos siempre. De hecho es lo que está ocurriendo. La Ley de Dependencia, por ejemplo, era una ley que se nos vendió como un derecho subjetivo de la persona. Este derecho era personal, intransferible y por tanto tenía que ser como cualquiera de los derechos que se habían conquistado en este país. Así se recogía en el propio texto. En estos momentos el Gobierno, ha decidido por Real Decreto que no se van a pagar con carácter retroactivo los atrasos de las prestaciones que correspondan, una vez reconocido el grado de dependencia. Sabemos que es un proceso administrativo largo, que se retrasa varios meses durante los cuales estas personas necesitan recursos económicos y asistenciales, de los que tampoco van a poder disponer una vez reconocida la situación de dependencia.

En mi tierra hay un refrán que traducido sería ‘la política del si queda’, es decir, cuando hay dinero nosotros podemos tener, cuando no hay dinero, no se reparte el que hay entre todos, sino que directamente se nos excluye. Se deberían de dejar esas políticas del ‘si queda’ para pasar a ‘lo que hay, es para todos’.

¿Qué ocurre en el caso de los colectivos que sufren una doble discriminación, como las mujeres con discapacidad?

Ocurre que las consecuencias de la exclusión se suman unas a otras. Imagínate a una mujer de etnia gitana, y que además tiene una discapacidad. Ser una mujer en la sociedad actual, que todavía es una sociedad muy patriarcal y muy machista, ya es todo un reto y todo un problema. Sumarle la discapacidad supone un doble reto.
Vivimos en una sociedad donde existen unos cánones de belleza en los que difícilmente encajan las personas con discapacidad. Pero no nos quedemos únicamente en lo estético. En esta sociedad tan avanzada hay temas que la mujer con discapacidad todavía tiene que estar reivindicando cuando el resto de las mujeres ya lo tienen superado. En este momento ninguna mujer sin discapacidad se plantea su derecho a ser madre si quiere serlo, cuando a las mujeres con cualquier tipo de discapacidad se le sigue negando ese derecho, como si la mujer con discapacidad no tuviera el conocimiento ni la conciencia suficiente para ser madre.
Es un grave problema, y como éste podríamos enunciar muchos. Se valora tan poco a la mujer con discapacidad, que en una sociedad en la que somos capaces de hacerlo tecnológicamente casi todo, todavía tenemos problemas para hacer las revisiones ginecológicas porque no hay camillas para mujeres que vayan en silla de ruedas o que tengan problemas a la hora de subirse a una camilla.

¿Por qué crees que se ha avanzado tan poco?

Cuando se empezó a organizar el movimiento asociativo de la discapacidad las mujeres estuvieron ahí y fueron de las primeras en empezar. A las mujeres con discapacidad nos preocupaba mucho más la discapacidad que el ser mujer, entonces, al lado de los compañeros con discapacidad intentamos abrir caminos para todos. Una vez abiertos estos caminos sí que pensamos que se deberían de tener en cuenta nuestras peculiaridades.
Por eso se están dando pasos para organizarnos como colectivo. Hay una Confederación de Mujeres con Discapacidad formada por las distintas asociaciones o federaciones que hay en estos momentos en nuestro territorio, lo cual seguramente dará pie a que se vayan creando nuevos grupos. Es una esperanza para terminar con la exclusión.