JOSÉ LUÍS RETOLAZA: «ES IMPRESCINDIBLE PONER EN VALOR EL IMPACTO SOCIAL DE LA ONL PARA RECONOCER EL PAPEL QUE TIENEN EN NUESTRA SOCIEDAD».

¿Qué importancia atribuye al valor social que generan las empresas y las organizaciones?.

Lo que realmente importa a la sociedad es el valor integral que generan las empresas y organizaciones y que incluye múltiples aspectos como los productos o servicios ofertados, los puestos de trabajo generados, los beneficios o los impuestos devengados. El problema estriba en dos reduccionismos consecutivos aplicados al concepto de valor. En primer lugar, la teoría económica clásica considera que el valor económico es el mejor indicador del valor integral que genera una organización. El problema es que esto sólo es aplicable en ciertas condiciones -competencia perfecta, simetría de información y poder…- que difícilmente se dan en la realidad; y además sólo resulta aplicable a productos o servicios con valor de mercado, entre los que difícilmente se encuentran los Servicios Sociales.

La segunda reducción viene dada por la transformación de los indicadores en objetivos, así los indicadores económicos, que en una primera reducción se consideran una forma adecuada de medir el valor generado por una organización, en un segundo momento se transforman en un objetivo; el resultado es que en muchas ocasiones se generaliza la idea de que el único objetivo de las empresas es de carácter económico.

El valor social debe ser el único valor finalista para cualquier tipo de organización, el valor económico es meramente instrumental; y en todo caso, resultará útil como indicador parcial de la generación de valor social.

¿Qué debemos entender entonces por «valor social»?.

El valor social hace referencia al valor que una empresa u organización genera para el conjunto de la Sociedad. De una forma restrictiva puede considerarse que es el valor que generaría para la Administración, considerando ésta como garante y representación de los intereses de las personas que la componen. No obstante, nosotros preferimos una concepción más amplia, soportada en la Teoría de Stakeholders, donde podríamos considerar como valor social generado la suma consolidada del valor generado para cada uno de los diferentes grupos de interés (stakeholders) de una organización, entendidos de una forma amplia, como los intereses de todos aquellos grupos que son afectados por la actividad de la organización.

¿De qué tipo de valores hablamos entonces?.

No hablamos de valores concretos, sino de cualquier resultado que pueda tener valor para cualquiera de los stakeholders de una entidad. Este valor puede estar en el servicio/producto, en las facilidades de acceso, o en el precio para clientes o personas usuarias), en los procesos de producción para proveedores o en el empleo generado; en la obtención de beneficio para el accionariado y en la distribución de impuestos para la Administración y la Sociedad). Dándole la vuelta a la pregunta consideraremos como valor social todo tipo de valor generado por una organización que sea apreciado como tal por algún componente de la Sociedad.

Su equipo ha desarrollado una herramienta para medir este retorno social. ¿Qué otros parámetros evalúa además del rendimiento económico?.

A partir de un mapa de intereses de los stakeholders de una organización, la herramienta permite identificar cualquier aportación considerada como valor por algún stakeholder de la organización. La herramienta analiza cuatro ecosistemas de valor: en primer lugar, el valor económico entendido de forma clásica; en segundo lugar, el valor económico con impacto social que una organización genera; en tercer lugar, el retorno económico generado para la Administración; y en cuarto lugar, el valor específico que la organización genera para los destinatarios de su acción, que en el caso de las empresas se reflejará bastante bien mediante el precio, pero en el caso de las ONL (Organizaciones No Lucrativas) será necesario identificar «proxys» que permitan atribuir valor económico al valor social generado.

¿Qué nos aporta esta nueva perspectiva en el contexto actual de crisis?.

No aporta ni más ni menos que en un contexto de bonanza, pero la crisis permite visualizar mejor la importancia de orientarnos al valor integral en lugar de hacerlo únicamente sobre el valor económico. Anteriormente a la crisis podría parecer que los intereses de las empresas y los de la sociedad eran convergentes y que los indicadores económicos eran adecuados para ambas realidades. En España la crisis bancaria ha puesto de relieve que los indicadores económicos por si mismos no eran un buen reflejo del valor integral generado o destruido por dichas entidades, como hemos podido ver con la multimillonaria factura que nos han dejado unos años de «excelentes» resultados económicos. De otra parte, el que los recursos de la Administración sean más escasos, hace más necesario que nunca la necesidad de valorar el impacto social real que pueden tener diversas utilizaciones alternativas.

¿Es posible también poner en valor el impacto social de las Organizaciones No Lucrativas?.

No es sólo posible, sino que es totalmente necesario. El actual sistema de valoración por indicadores económico-financieros tiende a desvalorizar cualquier entidad que no genere impacto económico. Un sistema alternativo de valoración integral permite identificar, comparar y visualizar el valor global generado por diferentes tipos de organizaciones, y de forma especial el generado por las Organizaciones No Lucrativas. Poner en valor dicho impacto social resulta imprescindible para el reconocimiento del papel real que las ONL tienen en nuestra Sociedad.

¿Cómo nos puede ayudar a visualizar nuestra aportación al desarrollo social?.

Va a poder permitir calcular el valor en euros que genera, facilitando la comparatividad, la trasparencia y la comunicación. No obstante hay que ser consciente de que este tipo de medidas son incompletas, por cuanto sólo permiten medir una parte del valor social generado, y no permiten medir otros valores tan importantes como el emocional, que sin duda es fundamental en la misión de muchas ONL. No obstante, estos sistemas de medición comportan el riesgo a caer en el error de reducir el valor social generado al retorno económico para la Administración, lo que origina un reduccionismo económico del valor social que puede tener consecuencias muy graves, y puede reflejar una realidad totalmente ajena al interés de las personas destinatarias de dichas organizaciones.